ARGUMENTO
COPPELIA
o la muchacha de ojos de esmalte
ARGUMENTO:
ACTO
PRIMERO:
Una plaza en una pequeña localidad. La joven Swanilda llega
delante de la casa del Doctor Coppélius, fabricante de juguetes, e
intenta captar la atención de Coppélia, como siempre seria e
inmóvil en la ventana, extraña joven que los habitantes del pueblo
creen hija del viejo artesano. Franz se ha encaprichado de Coppélia,
aunque es el prometido de Swanilda, que justamente le ve llegar y
lanzar un beso a través de la ventana. Coppélius sale de su casa y
se aleja dejando caer su llave por distracción. Swanilda y sus
amigas la encuentran y, curiosas, entran en la casa. Coppélius
vuelve buscando su llave; ve la puerta abierta y corre al interior,
mientras que Franz, se introduce también por una ventana.
ACTO
SEGUNDO:
La casa de Coppélius. Las jóvenes entran en la casa donde,
en un rincón, está sentada Coppélia. Swanilda se acerca y descubre
que sólo es una muñeca mecánica, mientras sus amigas se divierten
poniendo en marcha todos los autómatas de la habitación. Coppélius
llega furioso y echa a los intrusos; pero Swanilda no puede salir y
se esconde en el rincón donde estaba Coppélia haciéndose pasar por
la muñeca. Llega Franz y, sorprendido por el viejo, le confiesa que
ama a su hija Coppélia y quiere casarse con ella. Coppélius tiene
una idea, y hace beber a Franz un brebaje; Franz se duerme y el
doctor coloca a su lado a su preciosa muñeca (Swanilda en realidad)
y recurre a la magia para traspasar la vida del joven a su criatura
inanimada, a la que ama como a una verdadera hija. Swanilda le sigue
el hilo y finge pasar gradualmente del movimiento mecánico a una
radiante vitalidad humana. Hasta que, cansada del juego, pone patas
arriba toda la habitación, despierta a Franz, y muestra al doctor la
verdadera Coppélia en un rincón. Los dos jóvenes se marchan
felices, mientras Coppélius abraza tristemente su frío maniquí.
ACTO
TERCERO:
En la plaza. Se celebra la boda de Swanilda y Franz. La
alegría del momento sólo se ve interrumpida por la aparición de
Coppélius que reprocha los daños que se le han causado.
Recompensado con una bolsa de oro, el doctor se marcha. Comienza
entonces la feliz fiesta.
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